La autoestima

La autoestima hace referencia a los sentimientos que una persona tiene hacia sí mismo/a. Si bien muchas veces no elegimos las emociones que experimentamos debido a nuestro cerebro orientado a la supervivencia más que a la felicidad, la clave está en cómo nos relacionamos con los diferentes aspectos que forman parte de nuestra identidad.

 

Resulta que es tan importante lo que nos decimos acerca de nosotros y de nuestras experiencias como el tono emocional que toma el diálogo interno que nos acompaña en el día a día. De tal manera que si tratamos de generar pensamientos más racionales y funcionales, es importante para que surtan efecto a nivel emocional, que sean transmitidos con un tono acogedor que infunda apoyo, amabilidad y que sea alentador.

 

La naturaleza compleja de la mente también puede contribuir a que se produzca un desequilibrio en las emociones que condicione los sentimientos que albergamos hacia nuestra persona. Esto puede tener lugar cuando no funciona adecuadamente el sistema de regulación emocional que nos proporciona la capacidad de sentirnos seguros. Este sistema está bajo la influencia de las experiencias sociales tempranas y continuas, especialmente las relacionadas con las figuras de cuidado (de apego).

 

Cuando somos adultos y nos encontramos en circunstancias que nos conectan con la vulnerabilidad, resulta esencial el tono emocional que nos sale de manera automática a la hora de satisfacer nuestras necesidades. Esta voz que acompaña va a ser más o menos nutritiva en función de cómo hayan sido nuestras experiencias en otras situaciones similares del pasado y del impacto que tuviera la presencia, la calidez, la actitud y las acciones de las personas de referencia y a los modelos de regulación aprendidos. En momentos de la vida adulta en los que se experimentan emociones difíciles uno puede conectar con sentimientos de seguridad en la medida que se hayan desarrollado recursos mediante la conexión interpersonal para evocar una voz que aporte tranquilidad, consuelo, apoyo y ánimo.

 

En algunos casos el tono emocional que se escucha en momentos de necesidad, lejos de activar el sistema de calma estimula el sistema de amenaza, lo que puede llevar a patrones de autocrítica y vergüenza. Esto se ha relacionado con una variedad de problemas psicológicos como la ansiedad, la depresión, la ansiedad social, el estrés y las reacciones de estrés postraumático.

 

Para cultivar una autoestima sana es importante trabajar no solo en generar pensamientos más adaptativos sino que también hay que atender al tono emocional para que éste contribuya a activar el sistema de calma. Lo que se puede conseguir mediante el desarrollo de una voz que sintonice con la emoción y que infunda seguridad, apoyo y coraje para afrontar los retos de la vida.

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Paula

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