A lo largo de la vida pueden darse experiencias que se sientan como una amenaza para la integridad física y psicológica, de manera que la huella que se genera en la memoria puede hacer que se cuelen fragmentos de estos recuerdos traumáticos en las vivencias del presente y condicionar la actitud y los recursos ante el futuro imaginado.
El ser humano cuenta con la capacidad innata de superar estas experiencias de naturaleza traumática, resolviendo de manera natural y con suficiente tiempo, el impacto que pueden tener en cuerpo y mente. Sin embargo, a veces parte de lo que se ha vivido en el trauma queda atrapado en la memoria de manera que pueden quedar bloqueados elementos sensoriales (imágenes, olores, sonidos, sensaciones táctiles…) junto con las emociones y sensaciones corporales que se han experimentado durante los hechos traumáticos.
Cuando el trauma no ha quedado resuelto pueden manifestarse algunas señales que forman lo que se conoce como Trastorno de Estrés Postraumático. Este síndrome se compone de una serie de síntomas que pueden variar en función del paso del tiempo y de la persona, entre ellos están los siguientes: recuerdos intrusivos, evitación experiencial, entumecimiento emocional, hipervigilancia y reactividad, alteraciones del sueño, anhedonia social, afecto negativo, etc.
Hay otro tipo de experiencias que pueden afectar al modo en que uno experimenta las vivencias en la adultez, que son los recuerdos traumáticos en los que faltó la sensación de seguridad y protección en momentos clave y/o de manera continua en las experiencias tempranas. De manera que no se han cubierto parte de las necesidades básicas que los infantes deben cubrir a través de las figuras de cuidado, creciendo con una falta de recursos que puede conllevar dificultades en la vida adulta en la regulación emocional y en la calidad de los vínculos con los otros. Cuando en la historia de la persona se identifican estos hechos traumáticos pueden relacionarse con déficits en el apego y/o trauma relacional, como cuando se producen abusos físicos o sexuales durante la infancia, negligencias, pérdidas tempranas, traumas del nacimiento, problemas de drogadicciones en las figuras de apego, falta de sintonía con los cuidadores o que tuvieran traumas no resueltos que se transmitieran de manera indirecta al infante, entre otras circunstancias adversas.
La Terapia EMDR (desensibilización y reprocesamiento por medio de movimientos oculares) es una intervención psicológica avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las Guías Clínicas Internacionales para el abordaje del trauma. En esta modalidad de terapia se exploran las vivencias significativas en la historia personal detectando las carencias y los recuerdos traumáticos que tuvieran repercusión en el estilo de apego, en las estrategias de afrontamiento y en los modos de regulación emocional que forman parte del repertorio de la persona.
El enfoque de tratamiento del trauma con Terapia EMDR se estructura en una serie de fases y pasos en los que se identifican y desarrollan los recursos convenientes para ponerlos al servicio de las necesidades y las situaciones del presente y futuras relacionadas con los objetivos relevantes en la dirección de una vida plena, acordados entre terapeuta y la persona consultante.
En la Terapia EMDR se utiliza la estimulación bilateral (por medio de movimientos oculares o estimulación táctil “tapping”) para procesar los recuerdos traumáticos cuya información ha quedado bloqueada en la memoria. Lo que se consigue por medio de la estimulación bilateral es liberar la carga emotiva que va asociada a los hechos traumáticos de manera que se integren en otras redes neurales conectando con una información más adaptativa y acorde con el contexto y los recursos con los que se cuenta la persona en la actualidad.
El trabajo terapéutico que se realiza con Terapia EMDR resulta de utilidad para generar sentimientos de libertad, de calma y de plenitud, que permiten que la persona viva menos condicionada por los hechos del pasado y que pueda centrarse mejor en cultivar acciones basadas en los valores en el momento presente y desarrollar lo que necesite para construir un futuro que le resulte satisfactorio.
Se valorará la aplicación de la Terapia EMDR en colaboración con la persona consultante, ofreciendo la información adecuada para que pueda tomar una decisión al respecto. Durante el proceso terapéutico se adaptará el ritmo de la intervención a las necesidades particulares y se harán los ajustes convenientes en la terapia para que se lleve a cabo desde un marco de seguridad.
Las psicólogas que forman parte del equipo de Psicología CAPS Vigo están acreditadas en el uso de la Terapia EMDR y están en formación continua en las intervenciones eficaces en el abordaje del trauma.
Psicóloga especialista en trauma
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